jueves, 22 de enero de 2009

Destino


En ese momento donde vive la magia, donde la realidad termina y la vida se vuelve un sueño susceptible a un error. Cuando nacen alas y se vuela alto, tanto que la tierra pierde su verdad y se vuelve diminuta y prescindible.

Escapas, cierras los ojos, te transportas y dejas de pensar; rechazas lo que hace daño y no es posible conformarse.

Se crece, se es valiente, se vive de irrealidad. Ves el destino a tu lado y le das una patada. Cuando está en el piso, le sigues dando con zaña.

De repente atardece, estás sentado en aquella colina, en la piedra bajo el árbol, con el cielo anaranjado de fondo. Al lado está el destino, recuperándose, mientras tú, con la mirada fija en el vacío, simplemente te cansaste de dar golpes.

De noche los sonidos, la magia negra, el frío incómodo y húmedo, el caballo que galopa tirando de la carreta, el jinete con su capa al viento, el destino en plena recuperación.

El cansancio y el frío te adormecen, te dejas acobijar en los brazos de alguien que te ofrece calor, te quedas allí, al lado del destino que se acaba de recuperar y noblemente, te acoje en sus brazos, con la esperanza de que un día no lo golpees más y decidas vivir la magia con él.

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